¿Es lo mismo la licencia de apertura que la licencia de actividad?

Vamos a hablar claro, sin vueltas, como si estuviésemos tomando un café en una terraza sevillana un mediodía de agosto: no, no es exactamente lo mismo, pero en la práctica, muchos lo tratan como si lo fuera. Y ahí es donde empiezan los líos, las sanciones y los disgustos. Si estás pensando en abrir un negocio, ya sea una barbería hipster, una tienda de ultramarinos con jamón de bellota o un taller mecánico, tienes que saber exactamente qué papeleo necesitas. Vamos al lío.

Dos nombres, un mismo objetivo: autorizar tu actividad

En muchos ayuntamientos españoles, y especialmente en ciudades con solera como Sevilla, el término “licencia de apertura” se usa de forma indistinta con “licencia de actividad”. Pero hay matices, sutiles como un buen fino en copa fría.

Ambas licencias buscan un mismo fin: que el local desde el que vas a operar cumpla con las normativas urbanísticas, de seguridad, salubridad, accesibilidad y medioambiente. La diferencia está en cuándo y cómo se aplican.

¿Qué es la licencia de actividad?

La licencia de actividad es el primer paso. El Ayuntamiento quiere saber qué vas a hacer, dónde lo vas a hacer y cómo vas a asegurarte de que nadie —ni vecino, ni cliente, ni el medio ambiente— sufra con ello. Para eso necesitas un proyecto técnico, realizado por un profesional competente, que certifique que todo se ajusta a la ley.

Ese técnico elaborará un documento con planos, descripciones, medidas de seguridad, cálculo de ruidos, salidas de emergencia, potencia eléctrica, ventilación… todo lo que tu actividad exija. Este proyecto es la clave para empezar a andar. Como quien dice, es la partitura antes del concierto.

En este momento es crucial tener claro si estás en el sitio adecuado. Porque, ¿de qué sirve alquilar un local barato si después no puedes poner la cafetería porque el barrio está calificado como “uso residencial”? Ahí es donde entra en juego la asesoría experta.

Si necesitas una licencia de apertura Sevilla, es fundamental saber si tu actividad puede desarrollarse legalmente en ese local.

¿Y entonces qué es la licencia de apertura?

La licencia de apertura es como el aplauso al final de la obra. Una vez realizado el proyecto, ejecutadas las obras si eran necesarias, y presentada toda la documentación, el Ayuntamiento lo revisa y te da el visto bueno para que empieces. Es la luz verde definitiva. “Adelante, caballero, suba la persiana y ponga a funcionar la cafetera.”

Ambas licencias son dos fases del mismo proceso, pero algunas ordenanzas las diferencian. Otras, directamente, las agrupan. Así que, sí, es lo mismo, pero no exactamente.

Si tu caso está en Andalucía, más te vale estar bien asesorado con una licencia de apertura en Sevilla clara, y no jugártela al “ya lo miraré más adelante”. Porque el Ayuntamiento no suele perdonar.

La declaración responsable: el atajo que puede salir caro

Desde hace unos años, la normativa europea obligó a simplificar. Y España, que cuando quiere se pone moderna, implementó la declaración responsable. Este mecanismo permite iniciar una actividad sin esperar el visto bueno del Ayuntamiento, siempre que presentes el proyecto técnico y toda la documentación exigida. Suena bien, ¿no?

Pero ojo, que no es “puerta libre”. Si presentas una declaración responsable y no cumples con lo exigido, el Ayuntamiento puede cerrar tu negocio, imponerte sanciones y, en caso de accidente, quedarte con el seguro mirando a Cuenca. Y tú con la cara a cuadros.

En este punto, conviene revisar esta guía sobre apertura y actividad para mobiliario de hostelería, especialmente si estás en el sector: Licencia de apertura y actividad para venta de mobiliario de hostelería.

¿Qué debe cumplir el local?

  • Usos permitidos según el plan urbanístico.
  • Sistemas contra incendios adecuados.
  • Correcta ventilación, salubridad, iluminación.
  • Instalaciones eléctricas y sanitarias en regla.
  • Accesibilidad para personas con discapacidad.
  • Protección del medio ambiente garantizada.
  • Condiciones laborales seguras para los empleados.

Y todo ello, dependiendo de si el local necesita reformas o no. Si no las necesita, se justifica. Si sí, se proyecta y se certifica.

Casos reales que se convierten en pesadillas

No sería la primera vez que alguien compra una nave industrial a precio de saldo y resulta que está fuera de ordenación. O alquila un local por cuatro duros, pero luego descubre que adaptar el baño para personas con movilidad reducida cuesta más que la renta de todo el año. Esto ocurre. Todos los días.

Y es que, lo que parece ahorro al principio, se convierte en un pozo sin fondo cuando llegan los problemas legales.

¿Necesito otras autorizaciones además de la licencia?

Dependerá del tipo de actividad. Aquí algunos ejemplos:

  • Autorizaciones de medio ambiente (calificación ambiental, integrada, etc.).
  • Permisos en zonas de protección natural o cauces.
  • Autorización sanitaria si elaboras productos alimenticios.
  • Registro turístico si es un alojamiento.
  • Autorización de obras en suelos no urbanizables.

Y además, no olvidemos lo fiscal, lo laboral, lo mercantil… Pero eso, querido lector, ya es capítulo aparte.

¿son lo mismo o no?

En esencia, la licencia de actividad y la licencia de apertura forman parte de un mismo proceso. Lo que cambia es el momento y el uso en la normativa. La actividad es la justificación técnica, la apertura es la autorización final. Pero ambas son imprescindibles si no quieres que tu negocio dure menos que un telediario.

Y recuerde: asesorarse bien, elegir un buen técnico y empezar con los papeles en regla, es la mejor inversión que puede hacer un emprendedor. Porque abrir un negocio con ilusión es fácil. Mantenerlo abierto, con todo en orden, eso ya es otra historia.