
Seguridad contra incendios en fisioterapia: cómo elegir los extintores adecuados
La clínica de fisioterapia no es únicamente un espacio de salud y bienestar. Es, además, un entorno que debe cumplir con todas las normativas de seguridad contra incendios para garantizar la protección de pacientes, profesionales y equipos médicos. En la actualidad, ningún ayuntamiento concede licencias de apertura sin que el centro sanitario cuente con un plan de autoprotección y con la instalación de extintores adecuados. Y aquí es donde empieza el verdadero debate: ¿qué extintor conviene y cuál es la eficacia mínima exigida por la legislación?
La normativa que todo fisioterapeuta debe conocer
El Código Técnico de la Edificación (CTE – DB-SI) y el Reglamento de Instalaciones de Protección contra Incendios (RIPCI) no son documentos burocráticos de lectura opcional: son la hoja de ruta. Establecen con precisión qué equipos deben instalarse en cada local y qué eficacia mínima han de garantizar los extintores. Incumplirlos no solo retrasa la apertura, sino que puede dar lugar a sanciones y, lo que es peor, dejar desprotegido a tu centro frente a un incendio.
A la hora de obtener una licencia de actividad, el ayuntamiento exige que la clínica de fisioterapia disponga de equipos homologados. Y eso implica que no sirve cualquier extintor comprado a la ligera en una gran superficie: debe cumplir con la eficacia mínima exigida, estar correctamente señalizado y ubicado según la normativa vigente. Para el sector sanitario y, en concreto, para la fisioterapia, la clave está en entender qué significan esas cifras grabadas en la etiqueta metálica de cada extintor.
Qué significa la eficacia de un extintor
Cada extintor incluye un código numérico que no es un adorno, sino la medida real de su poder de actuación. Pongamos un ejemplo: 21A-113B. Este código determina lo siguiente:
- Número + A: la capacidad para apagar fuegos de Clase A, es decir, sólidos como papel, madera, cartón o textiles. Cuanto mayor es el número, más superficie de fuego puede controlar.
- Número + B: la capacidad para apagar fuegos de Clase B, que afectan a líquidos inflamables como aceites, alcoholes o disolventes. Un número elevado implica más eficacia.
- Clase C: aunque no lleva número asociado, indica la aptitud para extinguir incendios en gases inflamables.
Así, un extintor marcado con 21A-113B significa que puede sofocar un incendio de sólidos estándar de hasta 21 unidades de referencia y un fuego de líquidos inflamables de hasta 113 unidades. Esta nomenclatura, lejos de ser técnica para iniciados, es la brújula que nos indica si el equipo servirá en caso de emergencia.
En el ámbito de la fisioterapia, donde conviven camillas tapizadas, mobiliario de madera, papeles, aparatos eléctricos y productos líquidos de limpieza, la elección del extintor con la eficacia mínima es un imperativo. De hecho, el estándar exigido en clínicas es, precisamente, 21A-113B.
Y aquí surge la primera recomendación práctica: antes de inaugurar tu centro, revisa con lupa qué equipo compras. Y si lo que buscas es una opción fiable, con garantía y adaptada a normativa, siempre puedes comprar extintor en distribuidores especializados.
Extintores recomendados en una clínica de fisioterapia
La norma general establece que un local de fisioterapia debe contar con equipos que alcancen, como mínimo, la eficacia 21A-113B. Ahora bien, no todos los extintores son iguales. Vamos a repasar los más habituales y sus ventajas:
Extintores de polvo ABC
Son los más polivalentes, ya que actúan sobre fuegos de Clase A, B y C. Su eficacia típica es la exigida por la ley o incluso superior. Su gran ventaja es que sirven para cubrir de manera completa los riesgos habituales de un local sanitario: textiles, líquidos inflamables y riesgos eléctricos básicos. No en vano, son los más recomendados como primera línea de defensa en clínicas de fisioterapia.
Extintores de CO₂
Diseñados principalmente para riesgos eléctricos, su eficacia en fuegos de Clase A y B es menor. Sin embargo, son insustituibles para proteger equipos médicos y cuadros eléctricos, porque no dejan residuos. La mejor práctica es utilizarlos como complemento de los de polvo, nunca como sustitutos. Por ejemplo, un extintor co2 de 2 kg resulta perfecto para salas con aparataje electroterapéutico o ecógrafos.
La importancia de cumplir con normativa y licencias
En fisioterapia, lo que está en juego no es solo apagar un fuego: es la viabilidad del propio negocio. Instalar un extintor con eficacia inferior a la mínima supone incumplir la normativa, lo que puede conllevar multas o incluso el cierre de la clínica. Además, sin un plan de autoprotección validado y sin extintores adecuados, la licencia de apertura queda automáticamente denegada. Lo urgente no es tanto decorar las paredes como certificar que el centro cumple con todos los requisitos de seguridad.
Para profundizar en este aspecto y estar al día de las exigencias oficiales, conviene revisar periódicamente las normativas vigentes, que se actualizan con frecuencia y marcan el camino que toda clínica debe seguir.
Qué eficacia mínima y qué margen de seguridad elegir
La regla base es clara: la eficacia mínima exigida en una clínica de fisioterapia es 21A-113B. Ahora bien, conviene hacerse una pregunta: ¿y si apuesto por extintores con mayor capacidad? Optar por un 34A-233B, por ejemplo, significa disponer de un margen extra en caso de incendio, especialmente recomendable si el local cuenta con varias salas, una superficie superior a 100 m² o un volumen importante de aparataje eléctrico. En esos casos, esa inversión adicional es un salvavidas que ofrece tranquilidad.
No olvidemos que la eficacia de un extintor no se mide por su tamaño físico, sino por lo que garantizan esas cifras grabadas en su etiqueta. En la práctica, un extintor más eficaz puede suponer la diferencia entre un conato de incendio controlado y una evacuación masiva con graves daños.
La seguridad contra incendios en fisioterapia no admite improvisaciones. Cumplir con las normativas y contar con la eficacia mínima de 21A-113B no es una recomendación: es una obligación legal y una garantía vital. Los extintores de polvo ABC son el estándar básico, mientras que los de CO₂ se convierten en el complemento perfecto para equipos médicos y eléctricos. Todo ello, siempre bajo la premisa de que sin equipos homologados y sin eficacia adecuada, la clínica ni siquiera podrá abrir sus puertas.
Así que, elegir bien el extintor en fisioterapia no es una cuestión de precio o estética, sino de responsabilidad profesional, cumplimiento normativo y, en última instancia, de vida o muerte.