Sin licencia ni mejoras: el estadio Helmántico reabre entre críticas y deficiencias acumuladas

Sin licencia ni mejoras: el estadio Helmántico reabre entre críticas y deficiencias acumuladas

El estadio Helmántico ha vuelto a abrir sus puertas, pero lo ha hecho envuelto en la polémica. Sin licencia de actividad, sin las mejoras necesarias y con deficiencias que llevan años acumulándose, el antiguo orgullo de Salamanca parece más un símbolo del abandono administrativo que un espacio deportivo seguro y moderno. Y en este contexto, una pregunta resuena más que nunca: ¿estamos realmente preparados, desde el punto de vista de la protección contra incendios, para evitar una tragedia en un recinto así?

Porque no basta con que el balón ruede. La seguridad no se improvisa, ni se deja para mañana. Las gradas, los vestuarios, los accesos, las instalaciones eléctricas y los sistemas de emergencia deben cumplir con las normativas vigentes. Y eso, en el caso del Helmántico, sigue siendo una tarea pendiente. Tan pendiente como revisar los sistemas de extinción o asegurarse de que cada zona del estadio cuente con un extintor operativo, correctamente mantenido y certificado.

En este contexto, es fundamental que cualquier instalación, desde un estadio hasta un pequeño local, conozca el precio extintor 6 kg y entienda que invertir en prevención es invertir en vidas. Un gesto aparentemente menor que puede marcar la diferencia en una emergencia real.

Una reapertura polémica: fútbol, polvo y licencias ausentes

El pasado domingo, el Helmántico volvió a recibir público. Desde el 27 de abril, el estadio permanecía cerrado por orden legal, aunque las advertencias de la Junta de Castilla y León databan de marzo. La inspección eléctrica (OCA) había resultado desfavorable y exigía el cierre inmediato del recinto. Sin embargo, se siguió jugando. No fue hasta meses después cuando el campo volvió a abrir sus puertas, esta vez con una OCA favorable pero sin la comunicación ambiental, nombre actual de la licencia de actividad.

El Ayuntamiento de Villares de la Reina no ha emitido aún el informe técnico que permitiría concederla. Así, el partido contra el Coruxo se jugó sin licencia, como tantas veces antes, incluso cuando el estadio acogió partidos de la Selección Española. El tiempo pasa, pero el rigor administrativo no parece acompañar al calendario deportivo.

Para otorgar esa licencia, no basta con pasar la OCA. Se requiere, entre otros elementos, la presentación de un certificado de la instalación contra incendios, un informe sobre los sistemas de emergencia y una verificación de las superficies de ventilación. Tres pilares básicos de cualquier espacio público, especialmente uno con capacidad para 17.000 personas.

Deficiencias visibles: entre la dejadez y el riesgo

El documento técnico, al que ha tenido acceso la prensa local, señala más carencias: aseos adaptados que no se pudieron comprobar, paneles de prensa improvisados como falsos techos que no cubren por completo, zonas de tribuna sucias y espacios cerrados desde hace meses sin una limpieza adecuada. La imagen de abandono es evidente. Pero más allá del polvo, hay algo mucho más preocupante: la falta de una estrategia clara de seguridad.

En una instalación de este tamaño, la ausencia de un sistema contra incendios actualizado es un riesgo inasumible. Cada rincón debería contar con detectores, señalización fotoluminiscente y extintores correctamente revisados. Equipos como un extintor co2 2 kg son imprescindibles para proteger zonas eléctricas o cabinas de prensa, donde un cortocircuito puede convertirse en un incendio en segundos.

La seguridad, ese espectador invisible que nunca descansa

Durante la reapertura, las carencias fueron notorias. Las cabinas de prensa carecían de electricidad, las zonas de acceso presentaban desperfectos, y los baños, en un estado lamentable, recordaban más a un edificio abandonado que a un estadio profesional. El frío y la humedad se colaban entre las juntas del cemento, mientras el eco del balón trataba de devolver un poco de dignidad a un recinto que en otro tiempo fue símbolo de grandeza.

Pero detrás de todo eso hay un asunto más grave: el de la seguridad real. En un espacio donde miles de personas se concentran, una evacuación deficiente, un cable mal sellado o un extintor caducado pueden marcar la diferencia entre el susto y la tragedia. Por eso la protección contra incendios no puede ser un requisito más de un expediente, sino una prioridad en cualquier proyecto de reapertura.

Las autoridades lo saben. La normativa lo exige. Y, sin embargo, casos como el del Helmántico evidencian una preocupante falta de control. Las instalaciones deportivas deben cumplir con la normativa vigente, tanto en materia eléctrica como en seguridad estructural y protección activa y pasiva contra incendios. Sin ese cumplimiento, no hay licencia que valga, ni evento que pueda justificarse moralmente.

El precio de la prevención: inversión o negligencia

En la mayoría de los casos, cumplir con la normativa no requiere una inversión desproporcionada. Instalar y mantener correctamente los equipos básicos —desde hidrantes hasta extintores— no solo es una obligación legal, sino un acto de responsabilidad. Y en términos económicos, conocer el coste de un sistema de prevención es tan sencillo como solicitar una memoria contra incendios profesional que determine qué equipos necesita cada espacio y cuánto costará su instalación.

El precio de un extintor o de una revisión anual es, en comparación, insignificante frente a los daños materiales y humanos que puede evitar. Un estadio, una nave industrial o un restaurante comparten una verdad incontestable: los incendios no entienden de licencias ni de aplazamientos. Se previenen o se sufren.

Un símbolo de lo que no debe repetirse

El caso del Helmántico debería servir de ejemplo. Un recordatorio de que no hay espectáculo, ni historia, ni nostalgia que justifique abrir un recinto sin garantías. La responsabilidad no se delega, se asume. Porque cuando se encienden los focos y el público vuelve, lo que no puede estar en duda es la seguridad de todos.

Los estadios, como cualquier otro edificio público, deben mantenerse vivos, seguros y adaptados a la realidad normativa. La protección contra incendios no es un trámite burocrático: es una línea roja que separa la prevención del desastre. Y cada día que pasa sin cumplirla, se juega un partido que nadie debería querer perder.

Sin mejoras ni licencia, el riesgo sigue en juego

El Helmántico ha reabierto, sí. Pero lo ha hecho con el eco de una advertencia que no debería ignorarse: la seguridad no se improvisa. Sin licencia, sin mejoras y con deficiencias que claman al cielo, el estadio vuelve a ser escenario de un debate que trasciende el fútbol: el de la responsabilidad colectiva frente a la complacencia.

Y mientras el balón vuelve a rodar, la verdadera pregunta no es quién ganó el partido, sino si todos los que entraron en el estadio podrán salir igual de tranquilos. Porque en materia de seguridad, no hay goles que valgan más que una vida.