Invernaderos transformados en campas de coches: la tendencia junto al aeropuerto Alicante-Elche

Invernaderos transformados en campas de coches: la tendencia junto al aeropuerto Alicante-Elche

En los últimos años, la pedanía de Torrellano y sus alrededores han experimentado un fenómeno inesperado: invernaderos agrícolas convertidos en campas de coches. Lo que durante décadas fue un paisaje dominado por hortalizas, almendros y granados, ahora se ve saturado por vehículos de alquiler aparcados bajo estructuras originalmente diseñadas para cultivar alimentos. Este cambio radical no solo modifica el paisaje, sino que también plantea serias cuestiones sobre la legalidad y la regulación de estas actividades.

De huertos a parkings: el cambio del paisaje en Torrellano

El sonido característico del agua corriendo por acequias y el traqueteo de tractores ha sido sustituido por el rugido de motores de camiones y el vaivén constante de vehículos. Los invernaderos, espacios que antes albergaban producción agrícola intensiva, ahora se llenan de coches bajo el sol, custodiados por vallas improvisadas y perros vigilantes, cuya función ha cambiado de proteger cultivos a proteger vehículos de alto valor.

Según la Asociación de Vecinos Vial Aeropuerto Elche, presidida por Juan José Mateo Rocamora, se estima que hay más de un centenar de parcelas agrícolas transformadas en aparcamientos “clandestinos”, muchas de ellas sin licencia de actividad. Mateo alerta: «Ya no hablamos solo de parcelas asfaltadas, ahora hasta los invernaderos se convierten en campas. Es el colmo: cultivar coches en lugar de tomates».

La importancia de las licencias y declaraciones responsables

Este fenómeno no es solo un problema de estética o medioambiental; representa un riesgo legal y económico. Cualquier negocio que opere sin licencia de actividad, licencias de apertura o declaraciones responsables se expone a sanciones importantes y posibles cierres administrativos. La normativa española es clara: para desarrollar actividades económicas, incluso en terrenos rurales, es imprescindible contar con las autorizaciones pertinentes.

Además, en estos entornos, la seguridad es clave. La existencia de instalaciones ilegales sin medidas de protección, como sistemas antiincendios, hace imprescindible que todo negocio cumpla con la normativa vigente. Para garantizar la seguridad mínima, es aconsejable comprar extintor homologado y correctamente instalado, asegurando así la protección de personas y bienes.

El modus operandi: transformación rápida y sin control

Los invernaderos se transforman en campas con sorprendente rapidez. Primero se eliminan los cultivos, luego se allana el terreno y se colocan vallas y puertas metálicas. Un contenedor se convierte en oficina improvisada, y en pocos días, la instalación está lista para recibir flotas de coches de alquiler. Estas actividades se realizan generalmente en suelo rústico, no urbanizable, donde la actividad económica masiva no está regulada.

El problema se agrava porque los promotores actúan con impunidad. Ninguno de estos negocios cuenta con licencia de actividad ni paga impuestos correspondientes. Algunos conservan únicamente la licencia de invernadero, que no cubre la nueva finalidad del espacio. Para quienes buscan proteger sus negocios y cumplir con la ley, es fundamental saber donde comprar un extintor y garantizar la seguridad integral.

Impacto sobre la agricultura y el riego tradicional

La proliferación de campas ilegales también afecta a la infraestructura agrícola existente. La red de riego, que durante décadas sostuvo la producción local, se ve dañada por la compactación del suelo y la instalación de vallas. Esto pone en peligro los derechos de riego de los agricultores que permanecen en la zona, y reduce la productividad de las parcelas que aún permanecen cultivadas.

La transformación de invernaderos en aparcamientos refleja un cambio económico: la renta que generan los cultivos ya no resulta atractiva comparada con la explotación de terrenos para flotas de coches de alquiler, sin licencias ni impuestos. Esto plantea un dilema: ¿progreso económico o preservación del entorno agrícola?

Riesgos para la seguridad vial

Además del impacto en el paisaje y la agricultura, estas campas representan un riesgo para la seguridad vial. Los vehículos que descargan coches en márgenes de carretera a menudo invaden el arcén o las aceras, mientras los turistas, desorientados, circulan buscando la campa donde alquilaron su coche. La concentración de camiones y vehículos en tramos de carretera con límites de 90 km/h multiplica el peligro de accidentes.

El coste de no cumplir la normativa

Los propietarios de negocios que operan sin licencias y sin cumplir con la normativa pueden enfrentarse a sanciones económicas considerables. Las multas por no tener licencia de actividad son un riesgo real que puede comprometer la viabilidad del negocio. Para quienes deseen regularizar su actividad y evitar multa por no tener licencia de actividad, es fundamental consultar guías legales y tramitar la documentación necesaria.

Proximidad al aeropuerto: el motor de la tendencia

La cercanía al aeropuerto Alicante-Elche Miguel Hernández convierte esta zona en un enclave estratégico para empresas de alquiler de coches. El almacenamiento de grandes flotas en invernaderos ofrece un ahorro significativo frente a tarifas de parkings oficiales o polígonos industriales. Este beneficio económico, sin embargo, se obtiene a costa de la legalidad, la seguridad y el entorno natural.

Se estima que algunas parcelas pueden albergar hasta un millar de vehículos, generando ingresos muy superiores a los que producirían los cultivos tradicionales. Sin embargo, esta rentabilidad rápida no compensa los daños medioambientales, que incluyen pérdida de biodiversidad, alteración del ciclo hídrico y destrucción de la identidad agrícola local.

Repercusiones medioambientales y sociales

Cada nueva campa supone la desaparición de cultivos, compactación del suelo y pérdida de espacios verdes. Torrellano, históricamente un pulmón agrícola para Elche, ve cómo se pierde su patrimonio natural y cultural a favor de la explotación de flotas de coches. Además, la falta de planificación y control legal genera conflictos sociales con vecinos, asociaciones y autoridades locales, que ven amenazada su calidad de vida y seguridad.

La solución: regulación, licencias y control

La clave para revertir esta tendencia pasa por aplicar estrictamente la normativa vigente: licencias de actividad, declaraciones responsables y licencias de apertura son imprescindibles para cualquier negocio. No se trata de frenar el progreso ni la actividad económica, sino de garantizar que se desarrolla de manera legal, segura y sostenible.

Las autoridades municipales deben intensificar la vigilancia, clausurar campas ilegales y restaurar parcelas agrícolas. Los propietarios de negocios deben regularizar sus instalaciones, cumpliendo con todas las obligaciones legales y de seguridad, incluyendo la instalación de extintores y medidas antiincendios adecuadas.

Los invernaderos transformados en campas de coches junto al aeropuerto Alicante-Elche son un ejemplo claro de cómo la falta de regulación puede alterar profundamente un territorio. La necesidad de licencias de actividad, declaraciones responsables y licencias de apertura no es un formalismo: es una garantía de seguridad, legalidad y sostenibilidad. Sin estos permisos, los beneficios económicos a corto plazo acaban convirtiéndose en problemas legales, medioambientales y sociales difíciles de revertir.

Preservar la huerta ilicitana y garantizar la seguridad vial y contra incendios no es incompatible con el desarrollo económico, siempre que este se realice bajo la normativa y el respeto al entorno. La imagen de un invernadero que antes producía vida y ahora almacena coches resume esta paradoja: progreso sin control, un riesgo que debe abordarse con medidas firmes y licencia en mano.