El papel real de una licencia

No es solo un papel con sello y firma. Una licencia de actividad es el pase oficial para que un negocio pueda abrir sus puertas sin que lo cierren al segundo día. Pero también es mucho más. Es un escudo legal. Es la forma de decir “cumplo con todo lo que se debe cumplir”. Lo curioso es que muchos ignoran que detrás de ese permiso se esconden cosas que no se ven, como las ignifugaciones, que pueden salvar vidas.

No todo es abrir y vender

La gente cree que basta con montar cuatro mesas, un cartel bonito y tirar para adelante. Error. Detrás de cualquier licencia hay una lista de requisitos que van desde lo básico —como que no reviente el volumen de la música— hasta cosas críticas como que un incendio no te deje en la ruina. La ignifugación es uno de esos requisitos invisibles pero fundamentales. Está ahí no para molestar, sino para protegerte cuando de verdad todo se pone feo.

Cocinas y fuego: la mezcla que lo cambia todo

Uno de los sectores donde esto cobra un peso brutal es la hostelería. Las licencias para locales de comida para llevar no se consiguen solo rellenando un formulario. Si tienes fuegos, planchas o cualquier equipo que alcance altas temperaturas, necesitas demostrar que el local está adaptado para resistir un incendio. Y ahí entra en juego la ignifugación de techos, paredes, textiles e instalaciones. Es un paso técnico, sí, pero es el que puede marcar la diferencia entre una anécdota y una tragedia.

La licencia de apertura no es un trámite más

Cuando se habla de licencia apertura, muchos la reducen a algo burocrático. Pero no es así. Es un filtro que garantiza que el sitio no sea una bomba de tiempo. Y las ignifugaciones son uno de esos elementos que los técnicos revisan con lupa. Si tus materiales no están tratados con retardantes ignífugos certificados, ni sueñes con abrir. No importa que tengas todo lo demás perfecto. El riesgo de incendio es un tema serio, y el Ayuntamiento lo sabe.

Más que cumplir: protegerse de verdad

Conseguir la licencia de actividad no es solo cumplir porque toca. Es blindarte. Un local correctamente ignifugado tiene menos riesgo de pérdida total en caso de incendio. Además, evita sanciones, demandas y problemas con el seguro. Si el fuego se propaga y no hiciste bien la ignifugación, la aseguradora puede no pagar. Y eso no es un susto. Es el cierre definitivo. Por eso, aunque parezca un gasto más, es en realidad una inversión a largo plazo.

Ignifugar: qué es y cómo se hace

Ignifugar no es rociar con un spray y listo. Es un proceso técnico. Se aplican productos especiales sobre materiales combustibles —como maderas, textiles, espumas o plásticos— que los hacen mucho más resistentes al fuego. Algunos productos se aplican con brocha, otros con pistola. Y hay niveles distintos, según el riesgo. Además, no vale hacerlo “a lo loco”. Tiene que hacerlo una empresa autorizada y emitir un certificado oficial. Ese papel será el que se presente para obtener tu licencia.

Tipos de ignifugación según el local

No todos los locales requieren lo mismo. En un restaurante, hay que ignifugar campanas extractoras, conductos, techos falsos, paneles decorativos, etc. En una tienda de ropa, se ignifugan cortinas, escaparates y mobiliario textil. En un gimnasio, las colchonetas. Cada actividad tiene su peligro. Y el proyecto técnico que se presenta para la licencia lo debe reflejar con detalle. No vale copiar y pegar. Todo debe estar adaptado al uso real del espacio, y eso incluye los tratamientos ignífugos.

La inspección: donde no se puede fallar

Una vez que haces todo el papeleo, toca la visita del técnico municipal o de la entidad colaboradora. Y ahí no perdonan. Revisan certificados, hacen pruebas, y en algunos casos, piden ensayos. Si la ignifugación no cumple la normativa vigente, rechazan el expediente. Toca repetir todo. Así que mejor hacerlo bien desde el inicio. Un certificado mal emitido, una empresa sin homologación o un material no apto puede echar por tierra meses de trabajo y miles de euros.

Relación directa entre licencia y protección real

Volvamos al principio. La licencia de actividad no es solo un permiso. Es una declaración de que ese espacio está preparado para que la gente entre, trabaje, coma o compre sin jugarse el pellejo. Y dentro de eso, la ignifugación es lo que marca la diferencia cuando todo se complica. En el artículo anterior sobre licencias de actividad para restaurantes, ya lo mencionamos, pero en este lo repetimos más fuerte: si no hay prevención contra incendios, no hay negocio seguro.

Normativa aplicable y lo que debes saber

La normativa que regula esto no es ambigua. Está todo bien claro en el Código Técnico de la Edificación (CTE), especialmente en su Documento Básico de Seguridad en caso de Incendio (DB-SI). Ahí se establecen los niveles de resistencia al fuego que deben tener los elementos constructivos, así como los materiales decorativos y mobiliario. Y no se trata de una sugerencia. Es de obligado cumplimiento si quieres tener la licencia en regla. No conocer la norma no te exime de aplicarla.

Empresas homologadas: cuidado con los piratas

Otro punto clave es contratar empresas serias. La ignifugación debe estar hecha por técnicos certificados. Si te vas con el más barato sin mirar su homologación, luego vendrán los disgustos. No te vale con que te digan “sí, sí, esto está tratado”. Tienes que tener un certificado con número de lote, producto utilizado, fecha de aplicación y sello oficial. Y debe adjuntarse al expediente que se entrega al Ayuntamiento. Sin eso, la licencia se cae.

¿Y si no ignifugo?

Mala idea. Primero, porque no te darán la licencia. Segundo, porque te expones a multas. Tercero, porque si hay un incendio, puedes acabar en los tribunales. Y cuarto, porque aunque no pase nada grave, tu reputación se va al suelo. ¿Te imaginas que una inspección revele que incumples una norma básica de seguridad? En redes sociales eso vuela. Así que mejor prevenir. Y si ya estás funcionando sin ignifugación, ponte las pilas antes de que te visiten.

Diferencias entre ignifugar y retardar

Muchos confunden “ignífugo” con “retardante”. Y aunque están relacionados, no son lo mismo. Un material ignífugo no arde. Uno tratado con retardante solo tarda más en hacerlo. Ambos se usan en prevención, pero su aplicación depende del tipo de riesgo y del uso del local. Para la licencia, lo importante es que el tratamiento cumpla los ensayos UNE exigidos por normativa. Así que no te fíes de etiquetas genéricas. Consulta a un técnico que sepa lo que está haciendo.

Ignifugación como ventaja competitiva

Si estás empezando un negocio, piensa que tener un local correctamente ignifugado también es un argumento de venta. Puedes comunicarlo en tu web, en tus redes, incluso en tu cartel. “Local seguro contra incendios”. Hoy en día, los clientes valoran que te tomes en serio la seguridad. Y si en tu barrio hay competencia, ese puede ser tu punto diferencial. Porque seguridad también es calidad. Y si eso te ayuda a conseguir más clientes, mejor aún.

Consejos para no liarla

  1. No firmes con la primera empresa que veas. Pide referencias y verifica sus certificaciones.

  2. Haz un proyecto técnico completo. Nada de atajos.

  3. Pregunta a tu Ayuntamiento si tienen exigencias particulares según el barrio o el tipo de local.

  4. Guarda todos los documentos. Si pierdes el certificado, estás vendido.

  5. Y si ya tienes local, revisa si las ignifugaciones caducan (porque sí, algunas duran solo 5 años).

Coste y retorno: una inversión lógica

La mayoría cree que ignifugar es carísimo. No lo es tanto. Y comparado con el daño de un incendio, es una broma. Además, muchos seguros te hacen descuentos si demuestras que tienes el local protegido. O directamente te lo exigen. Así que el dinero que gastas se recupera. Y ni hablar de lo que te ahorras en sanciones.