El papel silencioso del extintor

Puede que esté colgado ahí desde hace años, sin que nadie lo mire. Sin que nadie repare en él. Pero en el momento clave, cuando el fuego aparece y el caos entra por la puerta, el extintor es el que toma el protagonismo. No es un adorno ni un trámite. Es un salvavidas. La normativa no lo exige por capricho, sino porque está demostrado que una respuesta rápida con un extintor funcional puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.

Lo que exige la ley: más que cumplir

En España, el Reglamento de instalaciones de protección contra incendios (RIPCI) establece qué tipo de extintor debes instalar según el tipo de actividad y la superficie del local. Pero ojo, no se trata solo de poner uno y olvidarte. La ley te obliga a revisarlo, mantenerlo operativo y que su instalación cumpla con unas características específicas. Si no haces esto, no solo estás incumpliendo la normativa: estás jugando con fuego, literalmente. Y no hablamos solo de sanciones administrativas.

Señal de extintor: no basta con que esté, hay que saber dónde

Imagina que empieza un incendio y nadie sabe dónde está el extintor. ¿De qué sirve entonces? Por eso, la señal de extintor es obligatoria en todos los locales. Debe ser visible desde cualquier punto del espacio, con pictogramas normalizados y fondo rojo. Además, debe estar colocada por encima del extintor y nunca obstruida. No es un extra decorativo, es una guía visual que puede marcar segundos clave. Si no lo señalizas bien, es como si no tuvieras nada.

Cumplir normativa extintores: más allá de instalarlo

Cumplir normativa extintores no significa simplemente tener uno por ahí. Hay que saber dónde colocarlo, qué tipo usar (polvo, CO2, agua pulverizada…), revisarlo cada tres meses como mínimo, y pasar las inspecciones anuales con empresa autorizada. Además, según el tipo de actividad (taller, comercio, oficina), te exigirán una cantidad y modelo distintos. ¿Tienes dudas? Pues te interesa leer nuestro artículo sobre cómo solicitar una licencia de apertura y cumplir con la normativa de extintores.

No es un adorno: el extintor salva vidas

El extintor es uno de los elementos más importantes en la prevención de riesgos laborales y protección civil. En apenas 30 segundos, un fuego puede volverse incontrolable. Pero si tienes un extintor cerca, y sabes usarlo, puedes apagar el foco antes de que se propague. La clave está en actuar rápido. Y para eso, no basta con tenerlo: tienes que asegurarte de que funcione, que esté cargado, sin caducar y accesible. Es tu mejor amigo en caso de incendio.

Tipos de extintores: cuál necesitas tú

No todos los fuegos se apagan igual. Por eso, existen distintos tipos de extintores: de polvo polivalente (para sólidos, líquidos y gases), de CO2 (ideales para instalaciones eléctricas), de agua pulverizada (recomendados en locales con público), entre otros. Elegir mal el tipo de extintor no solo es ineficaz: puede ser peligroso. Si no sabes cuál corresponde a tu negocio, mejor consulta antes de tramitar tu licencia de actividad. Equivocarse puede salir muy caro, y no solo en euros.

Inspecciones y revisiones: cada cuánto debes hacerlo

La normativa obliga a realizar un mantenimiento periódico del extintor. Cada tres meses, una revisión visual. Cada año, una inspección técnica. Y cada cinco años, una retimbración completa en laboratorio. Si no cumples con este calendario, el seguro puede no cubrirte en caso de incendio. Además, en una inspección para licencia de apertura, esto será uno de los primeros puntos que miren. Así que, si no quieres sorpresas, lleva al día ese mantenimiento.

¿Qué pasa si no cumples? Sanciones y riesgos

No tener extintor, tenerlo caducado, sin señalizar o mal colocado puede acarrear sanciones económicas graves, además del cierre temporal del local. Y eso sin contar la responsabilidad penal en caso de que ocurra un accidente y se demuestre negligencia. Así que olvídate de pensar en el extintor como un requisito menor. Es un seguro de vida. Y es tu obligación como empresario tenerlo en regla. En este tema, más vale prevenir que apagar.